Mario Miranda

Blog de filosofía, antropología, gastronomía, diseño y demás interesantes espacios de creación humana.

El recuerdo es lo último que muere.

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No recuerdo la última vez que te escribí unas líneas. He puesto el empeño en la rutina diaria y en los detalles que hacen dibujar una palomita en la lista de pendientes. Pude salir y darme cuenta que el cielo sigue de color azul, el brillo del sol parece tener una potencia cada vez mas insensata y rabiosa sobre mi rostro (¿o será que cada vez lo tolero menos?). He probado la comida de todos los días, a veces como sin ganas, de rutina, sin sabor y sin hambre, pero hay que comer. Una mañana desperté con un pie en en la madrugada y otro en un profundo sueño. Nadie piensa que ese puede ser el último de tus días, de tus mañanas y de tus atardeceres; todos ellos aún sin llegar, sin vivirse. Me incorporé cómo pude y me adentré en el baño para dar inicio al crudo despertar que tiene el regaderazo de agua fría. He acostumbrado el alma al golpe puro de agua fría, el alma lo soporta y el cuerpo también. Cerré la llave del agua. Abrí la puerta para tomar la toalla pero me di cuenta que la toalla no estaba en su lugar. Saqué el pie izquierdo y di un paso fuera de la regadera. El agua traidora que envolvía la sandalia de mi pie, hizo un efecto deslizante al contacto con el suelo exterior. No sé cómo sucedió tal evento. Mi pie se deslizó un metro hacia adelante llevándome de golpe todo el cuerpo al suelo. Estuve tres segundos en el suelo, sin toalla, rodilla y codo impactaron con pared y suelo respectivamente. Me incorporé y tomé la toalla que, con su silencio, se burlaba por todo el baño. Me sequé pero el dolor ya hacia su trabajo en mi colapsado cuerpo. Le dije a Alexa: «Alexa: pon música de Alicia Keys», Alexa la puso de inmediato y olvidé el dolor de rodilla y codo. No sabemos nada. Hice algunas anotaciones de manera breve pero sólida en los ratos libres que tengo en el día. Pensamos en los días como números que se agotan o que se deben de llenar de productividad. Sweet surrender de Sarah Mclachlan. Y Sin darme cuenta, no he vuelto la mirada atrás. He puesto el gozo en lo que hago, disfruto mi vida y sin embargo, no te tengo. Hay algo en mi vida que no se puede llenar. Y camino sobre las horas para poder verte pero no puedo conseguirlo. Pensar y sentir es una combinación peligrosa, sutil pero carnívora. Me alimento de recuerdos tuyos, de tu risa y de tu cabello. La noche llega y me encuentra pensando en ti. No me permito volver al pasado si no es agarrado de tu mano. Encontré el amor y desde que me soltaste la mano, siento mi alma caer en un vacío sin fin. Me sostiene la literatura y la filosofía. Por eso vivo leyendo, escribiendo y pensando. No comprendo cómo el aire me hace respirar. No sé cómo mi corazón sigue bombeando sangre a mis venas y no sé qué palabras escribir para desbloquear este sentimiento hacia ti. Mientras intento desbloquear este miedo a perderte, seguiré buscándote en cada asiento vacío, en cada cafetería al entrar, en cada taza de café, en el frasco de azúcar, en cada pequeña lágrima que cae por mi mejilla antes de dormir, y en cada canción que cantabas. Esperaré cada mañana que tu recuerdo se disuelva, aunque tarde toda mi vida.

Autor: mariomiranda01

Lic. Filosofía, Mtro. Filosofía, Dr. Filosofía. Me gusta explicar la filosofía con palabras fáciles de entender. Me gusta Dibujar, pintar, cocinar y leer.

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